Por la noche, los exuberantes arrecifes de coral se convierten en verdaderas escenas del crimen. Los tiburones van al acecho de su cena y sus potenciales presas buscan lugares donde esconderse. ¿Pero cómo dormir cuando una cabezadita puede suponer la muerte? El pez loro ha encontrado una solución.

Gracias a unas grandes glándulas situadas cerca de las branquias segregan una especie de moco y se envuelven con él. De este modo, ocultan su olor y pasan desapercibidos. Además, este capullo mucoso les sirve como una barrera protectora ante parásitos justo cuando es más vulnerable, siendo una especie de mosquitera subacuática.

Pero los tiburones tampoco tienen fácil lo de dormir, necesitando nadar de forma constante para que el agua con oxígeno circule por sus branquias y así no morir ahogados. El tiburón blanco, por ejemplo, duerme mientras nada, y como no tiene párpados, sus ojos permanecen abiertos y nunca desconecta de lo que sucede a su alrededor.

Otras especies, como el tiburón nodriza, han optado por otras alternativas como posarse en el fondo marino para dormir. Esto se debe a su capacidad para bombear agua hacia las branquias incluso sin nadar.

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